En la temporada estival en la que ya estamos, es algo habitual que nuestros ojos se vean afectados por el cloro de las piscinas.
El cloro es un producto químico, antiséptico, necesario para mantener el agua desinfectada, limpia y en buenas condiciones para el baño. Esas mismas condiciones como desinfectante y decolarante, hacen que el cloro puede provocar irritación en los ojos, piel y vías respiratorias.
Igualmente en las piscinas pueden haber otros elementos que afecten a nuestros ojos causando escozor e irritación: productos cosméticos varios como cremas, lacas, perfumes y desodorantes, y también orina, saliva, sudor, o piel muerta. Es por ello preciso guardar unas mínimas medidas de higiene y precaución para el cuidado de los ojos: entre otros, usar gafas acuáticas, ducharse antes y después del baño y si es posible usar gorro de baño.
En las piscinas, además, podemos encontrar bacterias resistentes al cloro, como las clamídeas (Chlamydia trachomatis) y que pueden provocar conjuntivitis. O también virus, como el del herpes o el adenovirus que también pueden provocar conjuntivitis. En caso de infección es precisa la visita al oculista quienes le diagnosticaremos y recomendaremos el tratamiento más adecuado.
A modo de conclusión, desde la Clínica Oftalmológica Cliniteco, en el Hospital Ruber Internacional en Mirasioerra, norte de Madrid, y como medida preventiva, siempre recomendamos el uso de gafas acuáticas acuáticas para el baño. Y en caso de aparecer síntomas como picor o escozor, nunca frotarse los ojos pues causaría un aumento de la inflamación y de las molestias, y, siempre visitar al Oftalmólogo. Sin duda, ¡la mejor opción!